EL CAMPESINADO.  Según el censo de 2012, los campesinos (trabajadores asentados en el campo) representan más o menos el 41% de la población. La gran mayoría son minufundistas, labrando la tierra individualmente junto a su familia con métodos arcaicos, en un estado típicamente pre-capitalista.

 

Son indígenas originarios que históricamente se han formado por sedimentación de varias nacionalidades explotadas a su turno unas por otras. Situación que todavía se expresa en la multiplicidad de lenguas y las luchas seculares entre comunidades campesinas. Destacan por su número los aymaras y los quechuas.

 

Son masas indígenas constituidas como naciones --fundamentalmente aymaras y quechuas--, porque mantienen una comunidad estable, con cultura propia que implica comunidad de idioma, religión, costumbres, etc., con comunidad de territorio y de vida económica. Cosa que no ocurre con los indígenas citadinos que se asimilan a los patrones culturales incluido el idioma y costumbres de clase dominante blancoide, aunque conserven otras costumbres y expresiones culturales propias de su origen nacional y se distribuyen entre las diferentes clases sociales.

 

El campesinado boliviano se constituye entonces en naciones-clase. Naciones por lo que hemos señalado líneas arriba y clase por la forma en que producen su vida social (minifundiarios).  Son en su gran mayoría pequeños propietarios. En los lugares más alejados todavía sobreviven algunos ayllus (comunidades) pero que van desapareciendo en la medida en que se van relacionando económicamente con el resto del país.

 

La liberación nacional de los indígenas de la opresión por la burguesía blancoide, está directamente ligada al problema de la tierra para el campesino. En tanto la masa campesina permanezca en el precapitalismo,  encadenada a la miseria y al atraso, atada al minifudio improductivo, la opresión nacional sobre los indígenas no se resolverá.

 

Los campesinos se encuentran desperdigados en el vasto territorio agrícola. El aislamiento, el atraso, su condición de pequeño propietario impide que se puedan expresar políticamente, organizarse como partido. Las corrientes indigenistas que hablan a su nombre, idealizan al indígena atribuyéndole cualidades y valores intrínsecos independientemente de su condición de clase propugnando un retorno al incario al que arbitrariamente  caracterizan como justo y socialista cuando era un imperio de opresores sobre las comunidades a las que exaccionaban tributos en producto y fuerza de trabajo (la mita). Para el campesino pequeño propietario su aspiración natural es la de aumentar su propiedad, son pues instintivamente defensores de la propiedad privada y por tanto respetuosos de la gran propiedad burguesa. Políticamente han sido utilizados una y otra vez por la burguesía para su propios fines contra la presión socializante de la lucha de los trabajadores.

 

Sin embrago, su combatividad y persistencia de su lucha centenaria por la tierra los lleva a chocar contra la gran propiedad privada burguesa y hace posible la alianza con los obreros cuyo programa incluye la lucha por la tierra para el que la trabaja y su organización en granjas colectivas modernas como respuesta al minufundio improductivo.

 

La alianza obrero-campesina y con los demás sectores oprimidos de las ciudades, es la clave para el triunfo de la revolución dirigida por el proletariado. Sin la alianza con la mayoría campesina, el proletariado minoritario no puede materializar la revolución social que acabe con la explotación burguesa y la opresión imperialista.

 

LA CLASE MEDIA DE LAS CIUDADES. Denominamos clases medias a aquellas que son propietarias de pequeños medios de producción o de medios de vida propios. Es muy diversa. Está compuesta de capas propias del atraso precapitalista (artesanos, comerciantes minoristas, etc.), es la vieja clase media y otras creadas por las necesidades del capitalismo: la nueva clase media.

 

Las capas mas altas de la clase media muy cercanas a la burguesía y las empresas transnacionales (  gerentes de empresas, profesionales  tecnócratas, intelectuales encargados de defender el orden burgués y al imperialismo, etc.)  son proimperialistas, pro burguesas y histéricamente reaccionarias.

 

Por debajo de estas capas privilegiadas de la pequeña burguesía esta una impresionante masa empobrecida (maestros, artesanos, pequeños comerciantes, estudiantes, empleados públicos de bajo rango, profesionales desocupados o subocupados, jubilados, etc.) que viven en medio de crecientes  necesidades insatisfechas y falta de protección social.

 

La desesperación ocasionada por la miseria hace que sea una masa muy explosiva que se rebela contra el estado de cosas imperante. Buscando la solución a sus problemas  oscilan políticamente entre las posiciones políticas de la burguesía y del proletariado. En momentos de agudización de la lucha de clase son arrastrados políticamente por el proletariado, pero también puede ocurrir, en ausencia de éste, que sean arrastrados hacia posiciones reaccionarias radicales como el fascismo.